Una joven de 23 años, recluida en la Cárcel de San Miguel, fue descubierta vendiendo contenido erótico por internetdesde el interior del penal, a pesar de la estricta prohibición del uso de teléfonos móviles dentro del recinto.
La investigación reveló que la interna ofrecía fotos y videos íntimos a cambio de $15.000 pesos por sesión, contactando directamente a sus clientes a través de redes sociales y aplicaciones de mensajería.
Según los antecedentes, la mujer arrendaba un teléfono a otra reclusa, quien se lo facilitaba por breves periodos para realizar el material y luego lo guardaba para evitar ser descubiertas.
El operativo de vigilancia interna permitió identificar los movimientos de dinero vinculados a una cuenta bancaria de un tercero, donde se recibían los pagos. Durante el allanamiento, se incautaron 39 celulares, dejando en evidencia una red de acceso ilegal a dispositivos dentro del penal.
El caso abre nuevamente el debate sobre la falta de control tecnológico en las cárceles chilenas y los mecanismos con los que algunas internas logran mantener comunicación con el exterior pese a las restricciones.
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